Conectividad
ambiental y conservación en la cuenca mediterránea (Presentación
de las jornadas: Conectividad Ambiental: Las áreas Protegidas
en el contexto mediterráneo. Málaga 26-28 septiembre
2002)
Hermelindo Castro Nogueira Director
General de la RENP y S.A. Junta de Andalucía
Presidente de la Comisión Euromediterránea de Áreas
Protegidas-UICN/Europa y presidente de la Comisión de Áreas
Protegidas-UICN/España
Consejera,
Secretaria General de Medio Ambiente, estimados colegas y amigos:
¿Es necesaria la conectividad en el mediterráneo?
¿Haría esto que mejorara el estado de conservación
de nuestros ecosistemas? ¿Cómo armonizar naturaleza
y sociedad?
La planificación biorregional ocupa una posición
cada vez más importante en la gestión de los valores
naturales. El paradigma espacial que va más allá
de las especies y de los espacios e intenta conectar procesos
no es conceptualmente novedoso. Sin embargo, su puesta en práctica
en la gestión y ordenación del territorio constituye,
aún hoy en día, uno de los principales retos a los
que se enfrentan los gestores, los científicos y la sociedad
en general
¿Cómo conectar naturaleza con naturaleza y naturaleza
con sociedad? La respuesta a esta pregunta no es sencilla. No
existen recetas universales para alcanzar la integración
espacial de las áreas protegidas, y en la búsqueda
e implementación de fórmulas para establecer vínculos
en el paisaje no sólo hay que considerar las características
ambientales del territorio, sino también su singularidad
sociocultural. De lo contrario, nuestros intentos en este sentido
estarán abocados inevitablemente al fracaso.
La noción del paisaje cultural es fundamental para la
comprensión de la situación actual en la cuenca
mediterránea, así como para abordar una aproximación
sistémica de conservación en este territorio. De
hecho, la principal diferencia o singularidad de la naturaleza
mediterránea en un contexto geográfico amplio estriba
en su estrecha vinculación a la actividad humana secular.
El saber hacer del hombre mediterráneo en los últimos
10.000 años nos ha dejado en herencia unos paisajes que,
naturales o naturalizados, constituyen el patrimonio conservado
de los países ribereños. El cultivo milenario de
trigo, vid y olivo, junto con la ganadería extensiva, han
marcado y siguen marcando en muchos lugares los patrones dominantes
del paisaje. En estos ecosistemas agrosilvopastorales característicos,
donde alternan campos de cultivo extensivos con áreas de
pastoreo y zonas seminaturales, el mosaico paisajístico
y ecológico resultante ha desempeñado, y en muchas
zonas del mediterráneo aún desempeña, un
papel relevante en el mantenimiento de los procesos ecológicos
y en la persistencia de una rica diversidad biológica integrada
en el paisaje.
10.000 años después, la agricultura intensiva,
el desarrollo de las infraestructuras, la expansión del
suelo urbano y en definitiva, la falta de integración de
los objetivos de conservación en el conjunto de políticas
sectoriales, han dado lugar en muchas zonas a un patrón
paisajístico que determina la fragmentación de los
procesos ecológicos, de las poblaciones animales y vegetales
y de los ecosistemas. Además, estos paisajes mediterráneos,
originados y modelados a través de la evolución
cultural, dependen también en la actualidad de la suave
y armónica relación del hombre con su medio. Por
ello, el decrecimiento acelerado de las poblaciones locales vinculadas
al medio rural, y como consecuencia, el abandono del manejo tradicional
de los recursos naturales en gran parte del ámbito mediterráneo,
constituye una de las principales barreras a la conservación
y mantenimiento de nuestro patrimonio natural.
Esta situación heredada, no sólo en el mediterráneo,
sino también en el resto de ecorregiones del planeta, ha
sido motivada en gran parte por la dicotomía aplicada hasta
épocas muy recientes en la gestión del territorio:
conservación versus desarrollo. Hoy sabemos que no podemos
aislar espacialmente ni socioeconómicamente a las áreas
protegidas del territorio circundante, si queremos mantener los
procesos que determinan la presencia de unos valores naturales
dignos de ser preservados. El ciclo del agua, de los nutrientes,
las interacciones inter e intra poblaciones y comunidades biológicas,
están determinadas en gran medida por los cambios externos.
Es una realidad que la naturaleza además de dinámica
es interactiva, y prueba de ello es que las políticas de
conservación circunscritas a los espacios protegidos no
han producido los resultados esperados.
¿Cómo conectar los procesos ecológicos en
el contexto global del paisaje? Es en definitiva nuestro gran
desafío para dar un paso de gigantes en la conservación
de la naturaleza. Los conceptos han evolucionado y se han realizado
progresos, pero todavía es necesario un debate importante
sobre planteamientos metodológicos realistas. Planteamientos
metodológicos adaptados y acordes con la realidad ambiental
y sociocultural de este viejo mundo mediterráneo.
Bajo este prisma, en la actualidad, la protección y el
manejo de conexiones entre los espacios protegidos para aumentar
la conectividad en el paisaje está evolucionando desde
la fase conceptual hasta su implementación práctica
en las estrategias de conservación. Existen numerosos ejemplos
de desarrollo de proyectos para proteger y manejar estas conexiones,
o propuestas de establecimiento de redes de conexiones como parte
de estrategias de conservación. Entre estos proyectos cabe
citar algunos de relevancia internacional: The Wildlands Project
en Estados Unidos; El Corredor Biológico Mesoamericano;
la Red Natura 2000 en la Unión Europa; la Red Esmeralda
en Europa; el Proyecto de Macrocorredor en la costa suroeste australiana,
o la Red Mundial de Reservas de la Biosfera.
En el contexto mediterráneo, sin embargo, la planificación
biorregional de las áreas protegidas y la conectividad
de estos espacios en el paisaje se encuentra en una fase aún
muy incipiente de desarrollo. Si bien algunos de los conceptos
y elementos comunes de las experiencias de conectividad que se
han desarrollado o desarrollan en otras ecorregiones, tales como
la zonación del territorio en zonas núcleo de conservación,
zonas de amortiguamiento y corredores lineales y discontinuos,
pueden extrapolarse a la cuenca mediterránea, es necesario
profundizar sobre los aspectos claves a considerar para el diseño
de vínculos entre nuestros espacios protegidos y el territorio
circundante y analizar las fortalezas y limitaciones de las singularidades
ambientales y socioculturales de esta región, para poder
evolucionar de la conservación de islas a la conservación
de redes.
Por otro lado, existe una gran diversidad de situaciones sociopolíticas
y económicas y diferentes niveles de desarrollo e implementación
de las estrategias de conservación de los valores naturales
en los distintos países ribereños. Desde una perspectiva
conservacionista, en aquellos países en los que se han
iniciado proyectos para aumentar la conectividad de las áreas
protegidas, el interés de las conexiones entre los espacios
conservados se ha centrado, generalmente, en su papel como pasillos
de dispersión de organismos a través de medios inhóspitos.
Sin embargo, frecuentemente no se ha considerado el papel ecológico
más amplio que pueden desempeñar a escala de paisaje,
ni otros beneficios de conservación que se obtienen aumentando
la conectividad. Entre otros, una red de conexiones contribuiría
directamente a la conservación de la diversidad biológica
y de los recursos naturales; aumentaría las posibilidades
de ocio y disfrute y la cohesión social y cultural entre
las comunidades locales.
La conectividad en el paisaje, enfocada a sus componentes biológicos,
puede alcanzarse manejando el modelo paisajístico, o manejando
patrones específicos de hábitats adecuados. Sin
embargo, es importante reconocer que la conectividad ecológica
funcional y efectiva implica la consideración del amplio
espectro de conexiones biológicas, políticas y socio-económicas
posibles tanto en el ámbito de los propios espacios protegidos
como en la matriz circundante. La conectividad de las áreas
protegidas en el paisaje, el pasar del enfoque de "isla"
al enfoque de "red" o "sistema", implica la
integración de las áreas protegidas en un contexto
socioeconómico y cultural más amplio que el delimitado
por sus propias fronteras. Requiere ampliar la percepción
de los espacios protegidos a una escala biorregional, así
como avanzar en las metodologías e instrumentos para conectarlas,
no sólo espacialmente, sino también social y económicamente
al entorno en el que se integran.
Con el horizonte del próximo Congreso Mundial de Áreas
Protegidas, y dentro de la estrategia establecida por la UICN
para la difusión y recepción de experiencias para
este evento, se ha planteado esta reunión que ahora comienza,
en la que se aborda la visión biorregional y sistémica
de las áreas protegidas, uno de los temas claves que se
abordarán el año que viene en Durban. Nuestro objetivo
en esta reunión es contribuir a mejorar el estado del conocimiento
sobre cómo alcanzar la conectividad de las áreas
protegidas y su integración en el paisaje mediterráneo.
¿Cómo pasar de la planificación y gestión
de espacios a la planificación y gestión de redes
y sistemas? Estoy seguro de que encontraremos respuestas a esta
pregunta en las conclusiones que se extraigan de este foro.
Gracias por su atención y espero que la conectividad intelectual
y personal que establece esta reunión sirva para avanzar
en la conservación de nuestros espacios protegidos más
allá de sus fronteras.