Gobernanza
para un desarrollo sostenible en Cataluña Conceptos, requerimientos institucionales y
elementos de análisis
Cristina Querol
Socióloga.
Máster en Gestión Pública Medioambiental
Sumario
El concepto gobernanza se utiliza para hablar de los procesos
de toma de decisiones en relación a los asuntos colectivos.
La gobernanza, a diferencia de otras aproximaciones que defienden
que la toma de decisiones que conciernen a lo público puede
efectuarse unilateralmente y mediante el control jerárquico,
parte de otro estilo de gobierno. A parte de esta definición
general, a nivel más específico la noción
de gobernanza cuenta con una amplia diversidad de aproximaciones.
Avanzaremos que, desde nuestro enfoque, consideramos la gobernanza
como aquel sistema de reglas formales e informales (normas, procedimientos,
costumbres...) que establecen las pautas de interacción
entre actores en el proceso de toma de decisiones (considerando
actores relevantes tanto los poderes públicos como los
actores sociales y económicos).
Si bien es cierto que se utiliza el concepto de gobernanza en
referencia a diversos ámbitos más o menos relacionados
con el desarrollo sostenible (por ejemplo, gobernanza urbana,
electrónica, internacional, etc), en esta publicación
se utiliza el concepto de gobernanza para el desarrollo sostenible
(GDS) para referirnos al proceso y a la estructura de actores
y reglas formales e informales que nos han de permitir alcanzar
el desarrollo sostenible. La gobernanza viene a ser la variable
independiente que explicaría porqué unas sociedades
se auto-organizan y transitan con más eficacia por el camino
que las ha de llevar hacia la sostenibilidad.
Una buena gobernanza para el desarrollo sostenible será,
por tanto, aquella que nos acerque a este modelo de desarrollo.
Es en este sentido que se puede hablar de "gobernabilidad",
ya que este otro término hace referencia a una característica
de las sociedades: la gobernabilidad se convierte en un atributo
de los sistemas sociopolíticos que depende del ajuste efectivo
y legítimo entre las necesidades -los requerimientos institucionales
para una buena governanza- y las capacidades organizativas, de
gestión, políticas y también de las capacidades
sociales para alcanzar los objetivos planteados; en el caso que
no ocupa, los objetivos del desarrollo sostenible en Cataluña.
Palabras clave
Desarrollo sostenible, gobernanza, gobernabilidad, requisitos
institucionales, capacidades de acción colectiva, actores
sociales, redes de actores, procedimientos formales e informales,
conflictos.
Introducción
A finales del año 2000, el Consejo Asesor para el Desarrollo
Sostenible de Cataluña (CADS) encargó un informe
al Instituto Internacional de Gobernabilidad de Cataluña
(IIG), con el objetivo de disponer de una propuesta teórica
y analítica que permitiera avanzar en el estudio de la
gobernanza para el desarrollo sostenible en Cataluña (de
ahora en adelante GDS). Esta publicación recoge y sintetiza
las ideas expuestas en aquel informe.
La propuesta que se formula debe ser considerada propuesta in
statu nascendi, ya que la gobernanza para el desarrollo sostenible
es una temática emergente y, por lo tanto, no cuenta con
un referente teórico, analítico o práctico
consolidado a escala internacional.
Partimos de la observación que el debate actual sobre
el desarrollo sostenible que se da en Cataluña no se ve
apoyado por un debate sobre las capacidades institucionales necesarias
para que nuestro país se autoorganice de manera efectiva
para avanzar hacia la sostenibilidad. Es aquí dónde
las nociones de gobernanza y gobernabilidad son pertinentes, porque
nos adentran en la temática de las capacidades organizativas,
de gestión, políticas y sociales que son necesarias
para llevar a cabo un proceso de toma de decisión en relación
al desarrollo sostenible. Éste es un asunto de carácter
colectivo que, como tal, requiere de unos procesos de toma de
decisión que impliquen al conjunto de la sociedad.
Objetivos
El objetivo de este estudio era responder a las dos cuestiones
básicas siguientes:
1. ¿Qué se entiende por desarrollo sostenible
en Cataluña?
2. ¿Existe suficiente gobernabilidad (gobernanza) como
para asegurar el desarrollo sostenible en Cataluña?
La voluntad de responder a estas preguntas nos llevó a
formular una propuesta teórica y para el análisis
que permita la provisión de los siguientes conocimientos:
Cómo ha sido organizado el proceso a través
del cual se enmarca y se define el reto del desarrollo sostenible
en Cataluña; quién ha tenido un rol más
determinante; cuáles han sido los roles de los inputs
científicos u otros en la planificación
Para qué temáticas y en qué momentos
del proceso decisorio hay participación; qué actores
gubernamentales o sociales participan; qué técnicas
de consulta o participación se aplican para obtener acuerdos
que permitan una toma de decisión consensuada
Hasta qué punto es importante la voluntad política
y el liderazgo empresarial para organizar y gestionar el proceso
y para conseguir un cierto nivel de cohesión
Para el conjunto de las sociedades occidentales, cuáles
son los elementos claves que configuran un buen sistema de gobernanza
para el desarrollo sostenible, y cuáles son las capacidades
de acción colectiva necesarias para generarlo.
Síntesis del estudio
"El objetivo del desarrollo sostenible y la naturaleza integradora
de un desarrollo global aumenta los problemas para las instituciones,
tanto nacionales como internacionales, que fueron diseñadas
sobre la base de la existencia de pocas preocupaciones y en base
a la división de los problemas en categorías. La
respuesta general de los gobiernos a la velocidad y escala de
los cambios globales ha sido la de adoptar una posición
reticente a reconocer la necesidad de cambiar las instituciones".
(Informe Brundtland, WCED, 1987:9)
A pesar de que hay muchos conceptos sobre el término desarrollo
sostenible, su noción tiene asociada un cambio de paradigma
que puede sintetizarse en la integración de los objetivos
de desarrollo económico, justicia social y calidad ambiental.
Por tanto, en términos generales, la aproximación
del desarrollo sostenible (de ahora en adelante DS) contempla
el mundo teniendo en consideración:
(a) Diferentes escalas temporales (tanto el presente como el
futuro a corto y largo plazo)
(b) Diferentes dimensiones espaciales (tanto el nivel local
como el medio y el global)
(c) Los diferentes sectores de actividad humana y ámbitos
de la vida en la tierra. El compromiso hacia la sostenibilidad
se basa en creer que es necesario y posible hacer compatibles
las actividades socioeconómicas con los límites
de la naturaleza y las bases de la vida humana. Concretamente,
el informe World Resources 2000-2001 (elaborado por el World
Resources Institute, el PNUMA, el PNUD y el Banco Mundial) afirma
que la disminución a largo plazo de la capacidad productiva
de los ecosistemas a la hora de ofrecer bienes y servicios puede
tener consecuencias devastadoras para el desarrollo humano y
para el bienestar de todas las especies.
Podemos considerar que muchos de los problemas que tenemos actualmente
a nivel económico, social y ambiental tienen su origen
en las pautas institucionalizadas de producción y consumo,
que cuestionan la sostenibilidad del actual modelo de desarrollo.
Conseguir la sostenibilidad no es un problema técnico.
Las tecnologías podrán ayudar mucho en la medida
en que el proceso sociopolítico despliegue las capacidades
de acción colectiva necesarias para avanzar hacia el desarrollo
sostenible. Aunque los gobiernos y la sociedad (tanto a escala
global como europea o catalana) quisieran firmemente evolucionar
hacia la sostenibilidad, no podrían hacerlo actualmente
dado que las capacidades de acción colectiva necesarias
para hacerlo distan de las que existen hoy en día. Este
déficit de capacidades institucionales es un problema generalizado
que se ha convertido en una prioridad en la agenda internacional
sobre la sostenibilidad.
1.
Marco conceptual y supuestos teóricos
1.1 Conceptos claves: gobernanza y gobernabilidad
Cada sistema de gobernanza está formado por las reglas
y procedimientos (formales e informales) que configuran un marco
institucional en el cual los diversos actores implicados tienen
que operar. Este sistema tendrá más gobernabilidad
cuanto más previsible, transparente y legítimo sea
este marco.
La gobernabilidad es una calidad que proponemos que emane de
la sociedad o de los sistemas sociales, no de los gobiernos. La
gobernabilidad hace referencia a la capacidad de un sistema social
para reconocer y hacer frente a sus desafíos, que se concreta
en la calidad del sistema institucional para generar una acción
colectiva positiva al respeto. En este sentido, hacemos referencia
a capacidades institucionales (públicas, sociales o privadas)
como el liderazgo, la participación social, la coordinación
y cooperación, la prevención y gestión de
conflictos, el acceso a la información y al conocimiento
útil.
En este sentido, utilizamos el término gobernanza para
el DS (GDS) para identificar y describir el conjunto de procedimientos,
actores y procesos configurados para que una sociedad avance hacia
el DS. En cambio, es más adecuado utilizar el término
gobernabilidad hacia el DS cuando se evalúa el sistema
de gobernanza que incide sobre el DS. Es decir, la gobernabilidad
es una cualidad, un atributo de una sociedad, que se infiere cuando
se evalúan las capacidades existentes de acción
colectiva en tanto que proporcionen una eficiente transición
hacia el DS. La evaluación de una sociedad y de su sistema
de gobernanza, es decir, la diagnosis de su gobernabilidad en
relación al DS, se realiza contrastando los requisitos
institucionales con el marco institucional existente en el ámbito
del DS.
1.2 Supuestos teóricos
El significado concreto del desarrollo sostenible (DS), los retos,
los objetivos y las actuaciones que suponen aproximarse a él,
tienen que estar determinados por cada sociedad, colectivamente
y a través del proceso político. Se entiende, pues,
por proceso político el medio a través del cual
las sociedades y los miembros que forman parte de ella definen
y construyen el significado colectivo de lo que es un futuro sostenible.
Hay que dejar claro que el proceso político al que hacemos
referencia requiere un liderazgo, una movilización de esfuerzos
y una conducción del proceso que corresponde, sobre todo,
a los actores públicos legitimados democráticamente.
Las capacidades de acción colectiva no pueden darse por
supuestas. No derivan necesariamente de la democracia y tampoco
puede esperarse que surjan por prueba y error. Hace falta una
intervención consciente de los ciudadanos y de los actores
del proceso político, es decir, una buena gobernanza.
La gobernanza presupone que la gobernabilidad, hoy, no puede
estar garantizada sólo por los gobiernos, sino por el funcionamiento
eficaz de redes más o menos institucionalizadas de actores
estratégicos que disponen de su propia autonomía
y de su agenda estratégica. El buen gobierno, es hoy aquel
que es capaz de construir una buena gobernanza y proporcionar,
así, la gobernabilidad.
En materia de sostenibilidad, la racionalidad de proceso es más
importante que la racionalidad de contenido. En los contextos
turbulentos característicos de nuestro tiempo, el proceso
de aprendizaje colectivo depende más del diseño
institucional de los procesos referentes a los actores, a la información
y a sus interrelaciones, que del diseño previo de soluciones
técnicas.
1.3 Requisitos institucionales
A continuación se formula una primera aproximación
sobre qué requisitos pueden considerarse componentes de
la gobernanza para el DS; los llamamos requisitos institucionales
en tanto que definen de manera normativa cómo tendrían
que caracterizarse ciertos arreglos institucionales de una sociedad
en lo que concierne implantar la transición hacia la sostenibilidad.
Los requisitos apuntados hacen referencia a los actores y procedimientos
de interacción entre organizaciones e individuos tanto
de la esfera gubernamental como de la no gubernamental. La tarea
de tomar decisiones y gestionar la transición hacia el
DS está más allá de las capacidades de los
gobiernos y las administraciones públicas que actúan
individualmente. Las funciones y capacidades de las dos esferas
tienen que complementarse.
A. Disponer de información de calidad y conocimientos
adecuados
Es necesario que todos los actores puedan participar de manera
informada en los procesos de toma de decisiones. Por eso mismo
hay que disponer de información y conocimientos adecuados
y que estos estén al alcance de las personas que puedan
estar interesadas. Estos dos elementos son un medio indispensable
para avanzar en la consecución de los requisitos tanto
procedimentales como de contenido del DS.
Una información y un conocimiento accesibles, de calidad,
fiables, suficientes y útiles no es tanto un fin en sí
mismo como un tipo de recurso (cognoscitivo en este caso) que
debe ser utilizado por los diferentes actores. La creación
y difusión de información es una tarea que corresponde,
por ley y por capacidad, a las administraciones públicas.
B. Coordinación intergubernamental en el eje local-global
(integración vertical)
La transición hacia la sostenibilidad plantea la necesidad
de estructurar un sistema de relaciones intergubernamentales en
el eje local-global que sea ágil y eficiente en lo que
concierne a:
(i) Asignar de forma eficiente la autoridad reguladora y el enforcement
del eje local-global de gobernabilidad
(ii) Desarrollar sistemas eficientes y capacidades de gestión
de las relaciones intergubernamentales imprescindibles en este
ámbito.
Por lo tanto, hay que pasar de una política centralizada
a otra multicéntrica, es decir, de una perspectiva en la
que los estados tienen un rol central en el DS a otra en la que
todos los niveles de gobierno participen y se corresponsabilicen
del proceso hacia el desarrollo sostenible. Por lo tanto, no se
trata tanto de aplicar el principio de subsidiariedad en el sentido
que se delegue siempre la gestión de la sostenibilidad
a niveles más locales de gobierno, sino de hacer una política
coordinada entre las diversas escalas territoriales.
La vía para alcanzar la integración vertical, es
decir, para que el diseño y la implantación de las
políticas sea coherente (y, cuando sea necesario, complementaria)
reside en el compromiso y la voluntad política por instaurar
mecanismos de comunicación, consulta, cooperación
y coordinación intergubernamentales de carácter
permanente. Si bien es cierto que determinados aspectos del DS
(por ejemplo el mantenimiento de la biodiversidad, las regulaciones
para implantar la disminución de emisiones de CO2, etc.)
tendrán que ser promovidos principalmente a escala regional,
estatal o global, éstas y otras temáticas también
requieren del diálogo entre los diferentes niveles territoriales.
Aparte de la necesidad de que las políticas de los diferentes
niveles territoriales estén coordinadas y sean coherentes,
también hace falta una coordinación institucionalizada
de las políticas formuladas desde niveles territoriales
del mismo orden. Es decir, en un territorio como Cataluña
es necesaria la coordinación y la cooperación entre
municipios, entre comarcas, entre diputaciones, así como
entre las mismas comunidades autónomas del estado español
y las regiones subestatales de Europa. La difusión de experiencias
y de conocimientos aprendidos entre unidades territoriales del
mismo orden es una buena herramienta para potenciar el desarrollo
sostenible en todo el eje global-local.
C. Coordinación entre políticas sectoriales
(integración horizontal)
La sostenibilidad hace referencia al acceso y distribución
de bienes públicos. Los bienes públicos no quedan
adscritos a una o unas pocas áreas de políticas
públicas, sino que configuran un marco para formular muchas
políticas sectoriales. El DS plantea una fuerte exigencia
de coherencia e integración a la hora de formular y gestionar
las diferentes áreas de actuación. Es necesaria,
pues, una aproximación integradora (polifacética)
tanto en la prevención como en la solución de problemas.
La sostenibilidad no puede ser una cuestión que solamente
se trate desde ministerios, departamentos o concejalías
de medio ambiente. El DS supone un reto para el proceso de toma
de decisiones, que se ha caracterizado por ser analítico-instrumental,
y pone énfasis en reestructurar todo este proceso con el
fin de que se evite la marginación del medio ambiente en
relación a otras cuestiones tradicionalmente importantes
como, por ejemplo, el desarrollo industrial, el trabajo o el planeamiento
urbanístico.
La integración de las cuestiones ambientales significa
algo más que considerar el medio ambiente como un factor,
más o menos importante, a añadir en el proceso de
formulación de políticas. Tal y como se infiere
del término DS, un elemento central para avanzar hacia
un futuro sostenible es la habilidad de integrar de una manera
coherente y efectiva consideraciones económicas, sociales
y ambientales en los procesos de toma de decisiones.
Es necesario que se pueda realizar esta integración y
coordinación entre los diferentes sectores o áreas
de actividad. Esencialmente, para alcanzar la integración
sectorial hace falta aplicar reglas y procedimientos de ejecución,
coordinación y seguimiento. Para conseguir la coherencia
que persigue una mayor integración de las políticas
sectoriales hace falta mayor transparencia, es decir, hace falta
que se presenten claramente los costes y beneficios económicos,
sociales y ambientales de diferentes políticas. Es decir,
hace falta realizar, difundir y debatir sobre evaluaciones integradas.
Y, al mismo tiempo, con el fin de que se puedan diseñar
e implantar medidas integradas para avanzar hacia un futuro más
sostenible, tanto la sociedad como los políticos deben
mejorar sus conocimientos sobre las causas, los efectos y las
interacciones entre aspectos sectoriales, y sobre las consecuencias
sociales y ambientales de los actuales patrones de producción
y consumo.
Para que un desarrollo institucional con esta finalidad sea robusto,
es necesario contar con el apoyo de los ministerios o departamentos
de economía y de la estrategia política en materia
económica. Esto significa que la estrategia económica
y social y la agenda ambiental tienen que reforzarse mutuamente.
A tal efecto hace falta, por una parte, el apoyo desde la esfera
política superior y, por otra, son necesarias tanto la
voluntad por parte de los principales departamentos que tratan
cuestiones socioeconómicas como la fortaleza política
de los departamentos de medio ambiente. Además de desacoplar
los beneficios del desarrollo económico de los impactos
y costes ambientales, la integración sectorial precisa
considerar elementos de desarrollo social como son la salud pública,
la calidad de vida y los elementos esenciales para el bienestar
de todos los ciudadanos.
La integración de políticas requiere la existencia
de coaliciones de intereses y una maquinaria de implantación
que coordine la diversidad de actores gubernamentales y no gubernamentales
que están implicados en los diversos ámbitos que
comprenden la sostenibilidad. La base de la coherencia entre las
políticas sectoriales radica en un compromiso y en un liderazgo
que pueda arbitrar de una manera consistente cuando se den situaciones
de conflicto de intereses, siempre con la visión de que
el objetivo final es el interés general y la compatibilidad
de intereses.
D. Aplicación de un amplio e innovador abanico de instrumentos
de políticas
Con el fin de conseguir un patrón sostenible que oriente
las actividades socioeconómicas, es preciso utilizar un
abanico de instrumentos políticos amplios e innovadores.
Los patrones de regulación directa del tipo de arriba abajo
y de cariz controlador tienen que ser sustituidos por la aplicación
de instrumentos motivadores (de información, de educación,
económicos, etc.) diseñados para estimular tanto
la capacidad de los actores sociales para su autorregulación
como la capacidad de las fuerzas del mercado económico
para impulsar la consecución de los objetivos del DS.
En las nuevas e intensas formas de conflicto que afectan a las
decisiones en temas relativos a la sostenibilidad (tanto entre
las mismas administraciones como con grupos sociales), hace falta
utilizar instrumentos para gestionar y resolver estos conflictos
de manera que se consigan soluciones de consenso.
E. Cultura administrativa y calidad burocrática de
la acción política
La transición hacia la sostenibilidad también requiere
cambios en la cultura administrativa. Entendida como un conjunto
de procedimientos, pautas y valores en el ejercicio de la administración,
esta cultura tendría que estar orientada a la eficacia
y eficiencia, teniendo en cuenta los intereses generales y también
el derecho a la calidad de vida de las futuras generaciones.
En términos generales, hace falta que se produzca un cambio
en el objetivo tradicional de hacer políticas, convirtiendo
una política reactiva o paliativa de los problemas en preventiva
y proactiva, siempre siguiendo el principio de precaución.
Por eso hacen falta soluciones institucionales y de gerencia que
sean innovadoras, ya que las soluciones políticas y administrativas
usuales tienden a ser inapropiadas cuando el objetivo es el DS.
Cuando se trata de decisiones que conciernen a la sostenibilidad,
los valores de gestión pública (la transparencia,
la información y el rendimiento de cuentas o accountability)
son más difíciles de realizar y por ello se requiere
un cambio en la cultura administrativa.
Las aproximaciones a corto, medio o largo plazo de la actividad
a través de la cual la sociedad avanza hacia un DS tienen
que estar coordinadas y contrastadas las unas con las otras con
el fin de evitar la inconsistencia entre plazos temporales y conseguir
así un efecto acumulativo de sostenibilidad. Es precisa,
pues, una perspectiva de gestión a largo plazo que no esté
basada en los ciclos electorales y que se complemente con objetivos
y medidas graduales a medio plazo.
Además de la importancia de incorporar una escala temporal
más amplia, también se deben considerar efectos
de las decisiones que no son directamente evidentes.
En muchas de las problemáticas que afectan al medio ambiente
y a la sostenibilidad hay una diferencia en la distribución
de los costes y los beneficios de las actuaciones o de la inacción.
Por una parte, los costes por actuar en ámbitos que causan
un impacto negativo en el medio son más visibles y hasta
los grupos o individuos afectados son conscientes de los costes
que les supondría tal actuación. Por otra parte,
los beneficios que supone actuar son más difíciles
de medir, están repartidos a lo largo de diversos años
y los beneficiarios son grupos o individuos difusos. Por todos
estos motivos, es usual que los que recibirían los costes
por solucionar o evitar un problema se dejen oír, mientras
que los beneficiarios no se movilizan tan fácilmente. Las
administraciones tienen que contar con una cultura y unos procedimientos
de evaluación que incorporen estas consideraciones con
el fin de poder proceder a la toma de decisiones, sopesando las
distribuciones de costes y beneficios económicos, sociales
y ambientales en las diversas escalas temporales y territoriales.
Por otra parte, para algunas temáticas concretas sería
preciso constituir una autoridad externa que evaluara o diera
apoyo en los procesos decisorios. Esta institución tendría
que contar con la legitimidad suficiente para poder rendir cuentas.
Al mismo tiempo, hace falta que se disponga de una cultura administrativa,
una manera de proceder, que sea suficientemente flexible como
para adaptarse a los cambios y a la aparición de nuevas
barreras o nuevas oportunidades. Por estas razones es necesaria
también una capacidad institucionalizada por su acumulación
de aprendizaje que haga posible discernir y adoptar los procedimientos
más eficientes.
F. Cultura política participativa
La ausencia de un proceso político participativo puede
contribuir a un posible déficit de legitimidad y de eficacia
de las decisiones que se tomen en relación a diversos asuntos
de carácter colectivo. En este contexto, los conocimientos
científicos y técnicos son totalmente necesarios
(y, hoy por hoy, insuficientes). Es imprescindible que la cultura
política (entendida como el conjunto de orientaciones subjetivas
hacia la política que afectan a la manera en que los ciudadanos
interactúan con el proceso político) sea de cariz
participativo.
Tradicionalmente, el contexto en que los actores suelen actuar
es un marco institucional de cariz formal y poco flexible que,
en términos generales, no favorece la emergencia de redes
de políticas públicas potentes y positivas. Los
actores, tanto los gubernamentales como los no gubernamentales,
son en gran medida interdependientes, sin embargo tienen mapas
mentales muy distintos, con fuertes asimetrías en lo que
concierne a los costes y beneficios de organización y participación.
Al mismo tiempo, las deficiencias que comporta la inexistencia
de suficientes redes de actores provoca que se exacerben los problemas
de asimetrías informativas, azar moral, asignación
de riesgos, reacciones principal-agente, durabilidad de los compromisos,
etc.
Por otra parte, dado que las redes de políticas están
constantemente haciéndose y deshaciéndose, una adaptación
institucional exitosa requiere vínculos de coaliciones
de políticas, de nuevas agrupaciones de intereses que hagan
posible que el apoyo cooperativo dé lugar a un número
de innovadores y ejecutores de políticas en diferentes
niveles de actuación.
Para avanzar hacia la sostenibilidad hace falta un proceso sociopolítico
que nos posibilite avanzar conjuntamente. Un sistema de gobernanza
adecuada para la transición hacia la sostenibilidad se
caracteriza por un alto grado de participación de los diversos
elementos de la sociedad, así como por un alto grado de
capacitación de estos. La implicación de los actores
sociales como parte del proceso de decisión permite que
estos se impliquen en él, consiguiendo que las soluciones
adoptadas estén más legitimadas y tengan una calidad
más elevada. Esto último sucederá si son
integradoras e incorporan los conocimientos, los valores y las
visiones de los diversos actores implicados.
El tipo de participación al que hacemos referencia no
consiste en procesos puntuales de consulta pública (por
ejemplo a través de encuestas de opinión o referendos
puntuales) sino que hace falta una cultura política participativa
que permita que procesos decisorios permanezcan donde tenga cabida
el debate, la deliberación y, sobre todo, la reflexión
conjunta que posibilita el aprendizaje mutuo y la adopción
de decisiones consensuadas.
Para disfrutar de una cultura política participativa hace
falta también aplicar medidas de capacitación para
que tanto la sociedad como las redes de políticas accedan
y puedan interpretar la información, accedan a los recursos
sepan utilizarlos, y dominen las aptitudes indispensables para
participar de manera competente y efectiva. Sólo de esta
manera las capacidades totales de la sociedad como conjunto pueden
ser explotadas y movilizadas.
Es preciso que las autoridades públicas sean activas a
la hora de estimular la implicación y colaboración
de la variedad de actores en un esfuerzo común para definir
y conseguir los objetivos del DS. Los procesos de Agendas 21 locales,
en tanto que impliquen efectivamente a los actores, sirven para
crear una estrategia de futuro consensuada y estructuras que perpetúen
a lo largo del tiempo una acción responsable. Por lo tanto,
se convierte en requisito institucional la participación
activa de los actores y los ciudadanos, y es necesario que esta
participación se dé en los diferentes niveles y
fases del proceso decisorio (organización del proceso,
debate, decisión, implantación, seguimiento y evaluación).
El concepto de cultura política está muy relacionado
con el estilo político de los gobiernos en tanto que el
estilo determina el tipo de relación de estos con la sociedad;
el estilo debe ser abierto y activo y que evolucione hacia nuevas
maneras de partenariado y cooperación entre los actores
públicos y privados. Las estrategias promovidas tanto por
el movimiento internacional Agenda 21 como por el V Programa marco
de acción ambiental de la UE ponen el énfasis en
el rol vital de los partenariados, que llenan el hueco que hay
entre la esfera pública y la privada. Una manera de ayudar
a la penetración del DS desde el sector público
consiste en influir eficazmente en la capacidad de cooperar entre
los diferentes actores y, específicamente, entorno a los
objetivos de sostenibilidad.
G. Cultura de la sostenibilidad
Un sistema de GDS requiere que este sistema esté inmerso
en una cultura que proporcione los inputs cognoscitivos, afectivos
y normativos que comporta en última instancia y expresa
el DS. La cultura, entendida en términos generales, comprende
las creencias, los valores y las normas que guían las actitudes,
las decisiones y los comportamientos. La institucionalización
de los valores del desarrollo sostenible es, pues, un requisito,
es decir, es preciso que los valores de la sostenibilidad sean
reglas permanentes para el conjunto de actores de la sociedad.
Es importante que tanto los ciudadanos como la diversidad de
actores adscriban una cultura de cariz sostenibilista, que respete
los límites del medio natural y las necesidades socioeconómicas
del resto de ciudadanos (tanto si estos son próximos, lejanos
como si nos referimos a las futuras generaciones). La transición
hacia el DS implica que los individuos tendrán que actuar
como ciudadanos social y ambientalmente responsables.
Es necesaria una cultura sostenible, porque ésta permite
que cuajen los cambios de comportamiento, la manera en que se
organizan las actividades socioeconómicas y los cambios
en los estilos de vida. Sin unos valores de sostenibilidad arraigados
en las conciencias, difícilmente se definirán (ni
prosperarán) las decisiones para implantar el DS. Los individuos
ejercemos una diversidad de funciones en la organización
social, por lo tanto, las diferentes rutinas diarias que comportan
una interacción con el medio, con los recursos, tendrían
que incorporar los valores del DS. Nos referimos, por ejemplo,
a las actividades ejercidas por productores, comerciantes, constructores,
científicos, consumidores y un largo etcétera.
La consecución de una conciencia de la sostenibilidad
requiere que las autoridades públicas se impliquen con
todos los recursos que tienen al alcance con el fin de dar a conocer
y hacer comprensibles los principios del DS. Estos mecanismos
tendrán que comprender medidas para difundir la información;
pero son tanto o más necesarias las medidas efectivas que
doten de conocimientos y valores a la ciudadanía, y las
medidas para informar a los diferentes grupos de profesionales.
Por todos estos motivos, es preciso que la sociedad cuente con
procedimientos que lleven a la institucionalización de
la cultura de la sostenibilidad.
H. Fortaleza del capital social
Un buen sistema de gobernanza para el DS requiere que la sociedad
(y las diferentes comunidades que la conforman) disponga de un
cierto nivel de capital social, es decir, de conductividad, comunicación,
confianza, reciprocidad, sentimiento de pertenecer a una comunidad,
ethos colectivo y cooperativo, habilidad de actuar, etc. Cuando
se dan toas estas condiciones la penetración de los valores
del DS es más favorable, no solos por la existencia de
la conductividad, que facilita la comunicación y difusión,
sino también porque el DS apunta a intereses colectivos.
El capital social hace referencia a un atributo de los actores
sociales ya que los caracteriza por su capacidad de mantener una
pauta de interacción con potencialidad de conseguir intereses
compartidos.
El capital social puede reforzarse de dos maneras. Por una parte,
puede verse fortalecido como consecuencia de que un número
indeterminado de individuos o colectivos se impliquen de forma
más o menos continuada en asuntos o procesos para conseguir
unos intereses compartidos. Por otra parte, puede potenciarse
mediante actuaciones gubernamentales como son las actuaciones
que dan apoyo a iniciativas u organizaciones comunitarias o las
actuaciones específicas para aumentar la interacción
social mediante tecnologías de la información y
la comunicación, o mediante actuaciones que incrementen
el capital humano, como por ejemplo el acceso a estudios universitarios.
En cualquiera de los dos casos, el capital social se verá
incrementado cuando los individuos y los colectivos vean reforzadas
sus capacidades, aptitudes y pericia necesarias para interactuar
y actuar en beneficio propio, y cuando, al mismo tiempo, se refuerce
la capacidad de cooperación y de construcción de
consensos entre los diferentes actores. Es pues imprescindible
que se promueva y refuerce el capital social.
2.
Marco analítico para estudiar la gobernanza para el DS
A continuación apuntamos los elementos claves a considerar
a la hora de analizar la estructura de un sistema de gobernanza
para el desarrollo sostenible y de las capacidades institucionales
hacia el DS que hay en una determinada sociedad.
2.1 Escalas territoriales
El análisis del sistema de gobernanza para el DS que se
da Cataluña tiene que estar mínimamente enmarcado
en un proceso de análisis de la GDS en escalas territoriales
inferiores y superiores al ámbito regional. En este sentido
hay que tener presente que la Unión Europea está
en fase de construir una estructura federal a partir de la aplicación
del principio de subsidiariedad. La realización de este
principio se observa en la transferencia de soberanía por
parte de los estados hacia sus regiones y ciudades. Dentro de
este proceso de regionalización de Europa, las autoridades
locales y regionales efectúan demandas concretas al respeto.
Consideramos, pues, que la gobernabilidad hacia el desarrollo
sostenible que se dé en Cataluña se verá
influida por e influirá en la gobernabilidad que se dé
a escala estatal y europea, pero también dependerá
de la gobernabilidad hacia el desarrollo sostenible que se dé
en los ámbitos provinciales y locales de nuestro país.
De esta manera, la gobernabilidad que tenemos en Cataluña
se encuentra inmersa en la diversidad de subsistemas de gobernanza
a lo largo del eje local-global, y así corresponderá
analizarla.
2.2 Mapa de actores y redes
Cualquier análisis de gobernabilidad empieza con el establecimiento
de un mapa de actores. En análisis más tradicionales
sobre gobernabilidad se estudia el mapa de actores estratégicos
en los procesos decisorios (los que tienen poder real), sin embargo,
dado que documentos como la Agenda 21 (aprobada en la Conferencia
de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992)
ponen énfasis en que los diferentes grupos sociales tienen
que participar en la formulación de los planes de acción
hacia la sostenibilidad, el análisis que proponemos también
tiene que abrir el abanico de actores sobre los que tiene que
basarse el análisis.
Entre los elementos clave para el análisis de los actores
indicamos los siguientes: las reglas de interacción explícita
o implícitamente adoptadas, los recursos de poder que controlan,
su solidez interna, el tipo de alianzas estratégicas con
otros actores, sus expectativas y conflictos y sus mapas mentales.
Por otra parte, también habrá que identificar su
capacidad para representar o agregar los intereses que dicen representar
o expresar.
Tal y como se ha mencionado anteriormente en relación
a los requisitos institucionales, también hay que identificar
la cultura política y administrativa de los actores gubernamentales
para con la sostenibilidad y evaluar la fortaleza del capital
social de los actores no gubernamentales. Para ambas tipologías
de actores también habrá que intentar caracterizar
su cultura de la sostenibilidad.
2.3 Marco institucional: normas y procedimientos
Las reglas del juego institucional van más allá
de las reglas jurídicas. Por eso es necesario distinguir
dentro del análisis las reglas formales y las informales:
(a) Reglas formales o marco jurídico: competencias,
instrumentos de política establecidos por la legislación,
régimen de integración vertical y horizontal de
las relaciones entre actores, vigencia del principio de coherencia
entre políticas, etc.
(b) Reglas informales: dado que los aspectos normativos, aun
siendo muy importantes, no explican la totalidad de las pautas
y procesos que se dan a nivel práctico, será pertinente
analizar la coordinación intergubernamental en el eje
local-global, los procedimientos para la coordinación
de políticas sectoriales y la existencia y aplicación
de instrumentos políticos innovadores.
2.4 Análisis transversal
El análisis propuesto tiene una estructura transversal
marcada por las cuestiones siguientes:
Cuáles son los grupos de interés y decisorios
que están formulando el contenido de lo que significa
un compromiso hacia el DS, es decir, cuál es el mapa
de actores de facto, públicos o privados
Cuál ha sido el abanico de opiniones y definiciones
hacia el DS en el discurso social y político, es decir,
qué retos concretos se han formulado
Cómo son los procesos a través de los cuales
se formulan decisiones:
(a) hacia temáticas que inciden en el DS y
(b) sobre planes para el DS.
· Cuáles son los conflictos pasados, actuales
y previsibles, cuáles son los mecanismos y procesos
para su gestión, y qué grado de consenso y
aprendizaje generan.
3.
Conclusiones
En último término, el análisis de los aspectos
apuntados tiene que permitir dibujar la arena política
e institucional estructurada en torno al desarrollo sostenible
y analizar la concreción de los requisitos institucionales
en términos de:
(a) Adaptación / inadaptación del marco jurídico
e institucional
(b) Aceptación / rechazo por parte de las redes de interacción
existentes
(c) Capacidad para la resolución de conflictos
(d) Rendimiento de la institucionalización del DS.
La aproximación de la gobernanza a los problemas complejos,
diversos, interdependientes, fuertemente dinámicos y con
una tasa elevada de incertidumbre, por el hecho de que es una
aproximación integradora, es más adecuada que la
aproximación más tradicional de las políticas
públicas o de gestión pública.
Por todo lo que se ha expuesto, el Instituto Internacional de
Gobernabilidad considera que es muy pertinente realizar un estudio
del sistema de gobernanza existente en Cataluña hacia el
DS. La descripción y evaluación del marco y de las
capacidades institucionales para la acción colectiva tiene
que permitir identificar los retos en materia de calidad de la
gobernanza para el DS, determinar las tareas pendientes y, así,
contribuir a que puedan formularse las medidas de actuación
institucional pertinentes.
Por otra parte, consideramos que el Consejo Asesor para el Desarrollo
Sostenible de Cataluña (como órgano de participación,
consulta y asesoramiento del Gobierno de la Generalidad en relación
a las políticas y actuaciones que tengan incidencia sobre
el medio ambiente y el desarrollo sostenible) tiene un rol potencial
como organizador y gestor de todo un conjunto de actividades encaminadas
a impulsar la profundización, el debate y la difusión
de las capacidades necesarias para avanzar en la mejora de la
gobernanza del DS en Cataluña.
Bibliografía
Esta recopilación bibliográfica es
una pequeña selección de publicaciones que tratan
las temáticas planteadas.
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