Prioridades para la cooperación internacional
Con el fin de salvaguardar la biodiversidad del Mediterráneo y sus características durante los últimos años, se han puesto en marcha varios esfuerzos y procesos internacionales.
Conforme a la Cumbre Mundial en Desarrollo sostenible (2002) y las recomendaciones de la Convención de la diversidad biológica (CBD), se convino entre los países firmantes la urgencia y el objetivo de refrenar la pérdida de diversidad biológica de los océanos. La meta convenida en dicho acuerdo estableció que antes del 2012, por lo menos el 10% de cada región marina debería encontrarse protegido mediante el estableciendo de una red ecológica representativa de espacios marinos protegidos (CBD, COP7, decisión VII/28, CBD 2004 y decisión VII/30, CBD 2004).
Siguiendo este acuerdo, a nivel europeo fruto de las políticas europeas de las Directivas Hábitats y Aves (92/43/CEE; 79/409/CEE), se convino la formación de una red de espacios protegidos llamada “La red Natura 2000” con el objetivo de dar mayor protección y conectividad a todos los espacios representativos tanto terrestres como marinos de los países europeos. Sin embargo a pesar de los esfuerzos de los paises miembros, hasta la fecha la Red Natura solo cubre un pequeño porcentaje de las áreas marinas, y está formada en su mayoría por áreas colindantes a la costa.
Como reflejo a esta iniciativa de la Unión Europea y los principios establecidos por la Convención de Benn en 1998, se creó a continuación la Red Esmeralda de Zonas de Especial Interés para la Conservación cuyo objetivo era cubrir aquellas áreas también fuera de los países europeos, y con especial interés a aquellas zonas de especial interés para la conservación en la región de África y del Mediterráneo. Desde su puesta en marcha en 1999, el desarrollo de la Red Esmeralda en la región del Mediterráneo desarrolló varios proyectos pilotos en distintos países, no obstante no parecen haberse conformado hasta ahora acciones específicas con este objetivo y la mayoría de las zonas hasta ahora señaladas cubren solamente espacios terrestres.
El Convenio de Barcelona de 1976, modificado en 1995, y los protocolos elaborados en este contexto se propusieron los objetivos de reducir la contaminación en la zona del Mar Mediterráneo y proteger y mejorar el entorno marino de esa zona para contribuir a su desarrollo sostenible. Como parte del mismo, los países contratantes acordaron un Protocolo para el establecimiento de Zonas de Especial Protección del Mediterráneo (ZEPIMs) como áreas especialmente protegidas por su interés biológico en el Mediterráneo.
A pesar de todos estos tratados y acuerdos en materia de conservación de la naturaleza que inciden en la creación de áreas marinas en el Mediterráneo, los esfuerzos actuales en la designación e identificación de estas zonas se encuentran aún muy lejos a nivel internacional de alcanzar los compromisos acordados para la conservación de la biodiversidad, las especies y sus ecosistemas. Un gran porcentaje de las especies, ecosistemas y de los procesos ecológicos no se encuentra adecuadamente salvaguardados por las figuras de protección vigentes o las áreas designadas a pertenecer a las Redes de Áreas Protegidas. Así mismo, solo algunos de los países de la región del Mediterráneo han desarrollado un proceso de gestión nacional y una red de espacios protegidos.